lunes, 27 de octubre de 2008
Aguila Imperial
ESPECIE Y CARACTERÍSTICAS MORFOLÓGICAS
Hacía ya muchos cientos de miles de años que las águilas imperiales surcaban los cielos de la Península Ibérica. Hacía ya mucho, muchísimo tiempo, que las gentes de campo, en España, conocían la silueta oscura y compacta de nuestra mas bella águila, cuando en una tarde gris de 1860, en la ciudad de Sttutgart y en una reunión de la sociedad alemana de Ornitología, el Dr. Ludwing Brehm comunicaba a sus sesudos contertulios que, después de estudiar detalladamente unos ejemplares de águila imperial traídos por su hijo, el Dr. Reinhold Brehm, de Sevilla, había llegado a la conclusión de que estas águilas españolas eran claramente diferentes de las que poblaban las tierras de Europa Oriental y Asia. Por ello, proponía que se las considerara como una especia distinta de aquella. Su nombre científico sería desde ahora el de Águila Adalberti, en honor del Príncipe Adalberto de Prusia, generoso financiador de la expedición de su hijo al sur de Europa. La discusión posterior fue larga y unos quedaron convencidos por los argumentos del famoso naturalista, mientras otros dudaron de lo acertado de sus razonamientos. Hoy día, por raro que nos parezca, la situación sigue siendo confusa, y mientras unos pensamos que nuestras imperiales son una especie diferente a la oriental, otros creen lo contrario, y lo único cierto es que, ni unos ni otros, hemos conseguido suficientes argumentos para dar o quitar la razón de forma objetiva al Dr. Lundwing Brehm. ¿Y cómo es realmente el águila objeto de tanta controversía? Nuestra águila imperial es una rapaz cuyo peso oscila en los machos entre 2.400 a 3.200 ggr. y en las hembras entre 2.900 y 4.000 gr. Su envergadura alcanza en los machos los 2 m., siendo mayores las hembras que llegan a alcanzar los 2,2 m. El color general de los adultos, similar en ambos sexos, es pardo negruzco, y en él contrastan vivamente el blanco nítido de los hombros y el amarillento negruzco del píleo y la nuca. La cola está surcada por una amplia franja de color grisáceo. En vuelo, nos dará la impresión de una poderosa águila negra, de cola algo corta y alas rectas en las que destacará el borde blanco de la parte anterior del ala. Los jóvenes, de similar tamaño que los adultos, son de color marrón más o menos claro. POBLACIÓN Y DISTRIBUCIÓN ¿Se acuerdan ustedes de aquellos cuentos en los que el príncipe o la princesa debían de pasar un sinfín de penalidades y gastar andando siete pares de zapatos de hierro para encontrar el castillo donde estaba su amor encantado? ¡Sí! Pues bien, son la misma fé y ardor que los protagonistas de aquellos relatos de nuestra infancia, los naturalistas españoles, y especialmente Jesús Garzón Luis Mariano González, han recorrido miles de kilómetros y gastado decenas de botas, a través de nuestras sierras y llanos para llegar a saber que la población de águlas imperiales españolas está formada tan sólo por unas 90 parejas de aves reproductoras y un número indeterminado, pelo claramente inferior, de aves inmaduras. El área actual de distribución de la especie se extiende por las tierras del centro, oeste, y suroeste de la Península. En España nidifica en lugares remotos de las provincias de Gaudalajara, Segovia, Madrid, Avila, Salamanca, Toledo, Ciudad Real, Cádiz y Málaga. En Portugal se conoce con certeza su nidificación en la comarca de Lisboa y al suroeste de Evora.
COSTUMBRES
El águila imperial es una rapaz de llanura y media montaña. En los deltas de los grandes ríos (Doñana), en las extensas masas de encinares y alcornocales de llanuras y sierras bajas, es donde encuentra los lugares más apropiados para establecer su hogar, encontrándose siempre en estos medios, las poblaciones más densas y prósperas. También la hallaremos en sierras abruptas y en pinares de grandes montañas, donde puede llegar a nidificar hasta 1.500 metros de altitud, pero aquí sus poblaciones son menos densas y su existencia más precaria y algunas veces al observarla cubriendo sus huevos entre pinos nevados, es inevitable pensar que este no es su medio. Quizás su existencia en estas áreas sea una simple consecuencia de la prepotencia de los humanos que, con sus urbanizaciones, cultivos y talas, la han obligado a huir de los tranquilos encinares que antaño se extendían sierra abajo. Nuestras imperiales adultas son poco viajeras y, a diferencia de las orientales, muchas de cuyas poblaciones realizan todos los años migraciones de miles de kilómetros, las ibéricas pasan su sedentaria vida en una superficie reducida que rara vez supera los 150 kilómetros cuadrados. los jóvenes siguen un patrón de vida diferente. dos meses después de abandonar el nido, iniciarán una vida errática que, según las recuperaciones de aves anilladas actualemente conocidas, les llevarán a unas pocas decenas o centenas de kilómetros del lugar donde nacieron y al que quizás sólo vuelvan cortas temporadas, antes de instalarse definitivamente en él para iniciar su vida de aves reproductoras. Parece ser que, ocasionalmente, algunos jóvenes realizan desplazamientos mucho más largos. Un pollo anillando en el Parque Nacional de Doñana, se recuperó meses mas tarde en Libia, después de recorrer mas de 2.000 kilómetros. Podría ser que, estos movimientos de nuestras jóvenes águilas hacia África, no fueran tan esporádicos como hoy creemos. De hecho, se han observado ya en varias ocasiones a jóvenes en dispersión en las proximidades de Tarida, y alguno ornitólogos han observado jóvenes cruzando el Estrecho rumbo a África.
ALIMENTACION
La dieta del águila imperial es variada, y en ella podemos encontrar presas tan diferentes en tamaño como un ratón de campo (25 gramos) y un ganso (más de 3.000 gramos), y entre esta gama de tamaños cualquier mamifero, reptilo ave de vuelo lento puede ser cazada, al menos ocasionalmente. Así, las águilas incluyen en su dieta mamíferos como zorros, nutrias, liebres, conejos, ratones, lirones, etc. Aves como garcillas, gansos, patos, milanos reales, ratoneros, azores, palomas, perdices, críalos, cuervos, grajas, grajillas, chovas piquirrojas, urracas, arrendajos, rabilargos y un largo etc. Entre los reptiles se incluyen desde culebras diversas y lagartos ocelados hasta tortugas y galápagos . A todas estas presas hay que sumarle una amplía variedad de carroñas de animales domésticos (como vacas, caballos, burros, cabras y ovejas) y salvajes ( al menos ciervos, gamos, zorros y gansos), que son consumidad principalmente en invierno y no con mucha frecuencia. No obstante, cuando las carroñas de tamaño medio no son muy abundantes, como ocurrió en Doñana con los gansos durante la sequía del año 81, pueden llegar a construir la base alimenticia de la especie. Como ven no estamos ante un paladar exigente. Entre su diversa gama de presas, el águila tiene sus claras preferencias y, salvo expeciones que se pueden producir en algunos lugares o en condiciones particulares, el grueso del alimento lo obtienen siempre de conejos y córvidos. La alternativa más clara a esta norma la constituye Doñana, donde las grajas y sus parientes son sustituidos, en la dieta del águila, por aves acuáticas, principalmente patos reales y fochas. Evidentemente, las imperiales no son cazadores portivos, y yo me atrevería a decir que no son aficionadas a la caza. Por ello, la cantidad de presas que capturen diariamente depende de la energía que necesiten para vivir. Un individuo en libertad satisfará sus necesidades vitales con 250-300 gramos de carne. Esto no quiere decir que deba consumir de forma imperiosa todos los días esa cantidad de alimento. El águila puede comer de una vez alrededor de 1.200 gramos (algo más del peso de un conejo silvestre) de carne y también ayunar otros dias, bien porque la jornada anterior capturara una presa grande y pueda vivir del alimento almacenado en el buche, bien porque el mal tiempo le impida cazar, o simplemente no haya tenido suerte en sus correrías y se vea obligada a subsistir uno o más días de la energía almacenada en sus tejidos. Como vémos, una urraca o una rata (diaria) serán suficiente ración para una imperial, que podría vivir al menos tres días con la energía obtenida de un conejo comido en unos minutos. Por supuesto, la crianza de lospollos exige, mayor cantidad de alimento. Las presas la suele capturar cuando están en el suelo o iniciando el remonte, y sólo en contadas ocasiones campturará un ave en pleno vuelo. Para ello, no cuenta el águila con la velocidad del halcón o la rapidez de maniobras de un azor, y quizás por eso utiliza la sorpresa como un arma esencial en su técnica de caza. Utiliza la altura del vuelo para amuclarse y la inercia como medio para transforman su habitual lentitud de vuelo en un rapidísimo picado. Para ello, las águilas recorren planeando lentamente y cicleando de vez en vez, las zonas favorables de su área de campeo a una altura que suele oscilar, dependiendo del medio, enre 60 y 12 metros. Cuando descubran un a presa no alertada, cierran las alas de forma automática y por arte de la gravedad, y sus 3 kg de peso, se transforman en un verdadero proyectíl que en pocos segundos hará impacto en la presa si esta no la descubre pronto e inicia una rápida huida. Si esto ocurre, raras veces inicia la persecución, limitándose entonces a entreabrir las alas y elevar el cuerpo para así transformar el picado descendente en ascendente, y evitar el impacto con el suelo.
A continuación comenzará un lento cicleo que continuarrá hasta ser alcanzada la altura necesaria para reiniciar la búsqueda. Este será el método mas frecuente de caza, aunque utilizará también otros, como dejarse caer desde un posadero elevado, generalmente la copa de un árbol, para capturar una presa torpe, débil o disminuida. Tampoco descartará nuestra águila formas menos elegantes de procurarse el sustento, como la piratería. Nosotros la hemos observado robando presas a otras rapaces en dos ocasiones, una vez un conejo a un águila calzada, y otra un ganso a una perdicera que lo habia cazado pocos minutos antes delante de Luís García, el anillador de Doñana. En ambas ocasiones, el conflicto interespecífico se solucionaba, como es habitual entre estas y otras aves, es decir, sin combate previo, la especie de menos tamaño, calzada o perdicera, abandonaba su botín intimidada por la mayor talla de su oponente.
REPRODUCCIÓN
La unidad reproductora la constituye la pareja, que permanece unida durante todo el año y sólo parece romperse con la muerte de alguno de los adultos. Cuando una de estas parejas inicia su vida reproductora, se instala en un área de campeo dentro de cuyas fronteras pasarán habitualmente el resto de sus días. El tamaño de estas áreas varía mucho según lo denso que sea el alimento en ellas. En un lugar favorable, su tamaño parece oscilar alrededor de los 25 kilómetros cuadrados y, cuando la población es densa, las áreas de campeo contiguas, solapan ampliamente y los ataques entre águilas vecinas son poco frecuentes, pudiéndose observar a veces a más de una pareja en las proximidades de una carroña. Sin embargo, el ataque de una pareja será inmediato hacia cualquier congénere que se acerque a las proximidades del nido, pues macho y hembra defienden de cualquier intruso una zona de unos cuatrocientos metros alrededor de él.
Al iniciarse el año, ya han comenzado las águilas los movimientos de celo, siendo frecuente observarlas cruzando sus dominios "cantando", haciendo picados y hondas realmente espectaculares, aunque màs chocante aún es la afición que, por pocos días, muestran las parejas en esta época de amores a reunirse y ciclear juntos emitiendo frecuentemente su característico e inconfundible "auc-auc-auc". Esta tendencia temporal al gregarismo parece estar más relacionada con favorecer el emparejamiento de individuos "solteros" y "viudos" que con la sincronización de la reproducción. Durante este periódo, el macho utilizará ocasionalmente, para atraerse a la hembra, algún presente apropiado, es decir, una buena presa.
Ya en pleno celo de inician las cópulas que, con una gran frecuencia de dos a cuatro diarias, se prolongárán hasta el inicio de la puesta a mediados de febrero, aunque los más tardíos lo harán a finales de marzo.Algunas de estas últimas puestas corresponden a parejas que después de fracasar en su primer intento de cría, al poco de iniciar la incubación, realizan una puesta de reemplazo cuyo número de huevos suele ser menos que en la primera, aunque puede ser más alto de lo citado hasta ahora, llegando a poner tres huevos. Bien es verdad que esto sólo lo hemos observado en una pareja cuya puesta habitual era de cuatro.
Cada pareja de águilas suele tener de uno a tres nidos, de más de un metro de diámetro, y setenta centímetros de alturta, y aunque pueden utilizar uno solo durante muchos años consecutivos, a veces cambian cada temporada. En el nido elegido, la hembra pondra de uno a cuatro huevos con intervalos de dos a tres días. Los huevos de fondo blanco cremosos, y manchados de gris, púrpura o marrón má so menos castaño, miden alrededor de 73 x 57 mílimetros y pesan unos 130 gramos. La incubación, y esto es un hecho importante que debemos recordar, la comienza la hembra al poner el primer huevo, sin esperar a finalizar la puesta. Luego, ambos miembros de la pareja se turnarán en darles calor, aunque el peso del trabajo recaerá sobre la hembra, que será alimentada, ocasionalmente, mientras incuba por el mahco. Así pasará el tiempo, y a la seis semanas, el pollo empezará a romper el cascarón, naciendo cuarenta y trés ías depués de haber puesto su madre el huevo.
El nacimiento de los diferentes hermanos, debido al tipo de incubación, ocurrirá con la misma diferencia de tiempo con que fueron puestos los huevos, es decir, el tercer pollo de una nidada puede nacer seís días más tarde que el primero, que pesará entonces casi el doble que su hermano más pequeño. Si el año es bueno, los padres están en forma y son cazadores eficientes, al nido llegará suficiente comida para alimenta a la prole, y con suerte, dos meses después, volarán tres preciosos pollos de águila imperial. Ahora bien, si por una u otra causa la comida escasea, los pollos iniciarán una terrible competencia por apropiarse de la comida traída pos los adultosl. Pronto se establecerá una jerarquía entre ellos, en la que el pollo mayor será el dominantes y todos dominarán al benjamín, que rara véz comerá y con mucha frecuencia recibirá picotazos y golpes de sus hermanos, muriendo al poco tiempo herido y hambriento. Los padres habrán sido obervadores beutrales de estas luchas fraticidas. Este comportamiento puede parecer cruel y poco conveniente para la pareja, que pierde hijos necesarios para conservar su estirpe. Sin embargo, esta dura forma de actuar, es, como ahora veremos, la más conveniente para la especia y por ello ha permanecido a lo largo de la evolución.
Volvamos a la incubación: supongamos que la hembra no la inicia hasta poner el último huevo. Todos los hermanos nacerán el mismo día y con igual tamaño. La hembra, cuando "decidió" su tamaño de puesta, no tenía medios para adivinar si más tarde contaría con suficiente comida para alimentar a uno, dos, tres o cuatro pollos, pues el conseguir comida no depende sólo de la pareja. El clima, las fluctuaciones en las poblaciones de presas y otros factoresm juegan un importante papel. ¿ Cómo acuar entonces?: pues poniendo el mayor número de huevos que sus fuerzas le permitan. Supongamos una vez más, que las condiciones son favorables. Entonces la pareja conseguirá su meta, criar un buen número de pollos. ¿ Pero que ocurrirá si el alimento no es suficiente para el número de hijos nacidos? Al tener el mismo tamaño, nínguna cría tendrá ventaja en los combates fraticidas y ambos gastarán energías y se enzarzarán en una equilibrada y estéril lucha por el alimento. Los adultos repartirán las presas que podrían utilizarse en criar un pollo fuerte, entre dos o tres hermanos, que crecerán despacio, débiles y anémicos. Pocas semanas después morirán, habiendo realizados los padres un esfuerzo inútil. Como vemos, las águilas actúan sabiamente al iniciar su incubación con la puesta del primer huevo y potenciar las diferencias de tamaño entre su prole, ya que es el único mecanismo que poseen para conseguir criar el maximo número de pollos que sus propias facultades, y las condiciones del medio, les permitan.
Los pollos, de un plumón blanco niveo, pesan al nacer algo menos de cien gramos, van creciendo deprisam de forma que a los treinta días, ya bastante emplumados, pesarán alrededor de 250 gramos. Con dos meses o dos meses y medio, y un peso que puede llegar casi a los cuatro kilógramos en las hembras, los pollos dejarán el nido y empezarán a moverse por sus proximidades.
El cómo los pollos se van haciendo independientes, empezamos hoy a saberlo gracias a los marcajes de pollo con transmisores que han realizado los investigadores del Museo Nacional de Ciencias Naturales. Los pollos permanecerán en una superficie de unas 14 hectáreas, dando vuelos cortos y siendo alimentados por los padres, hasta casi alcanzar los cuatro meses de edad. Sólo entonces de aventurarán a alejarse del nido décenas de kilómetros, siempre solos y sin la compañía de los adultos. Volverán una y otra vez a la zona del nido donde seguirán siendo alimentados por sus progenitores. Se van fuertes, conociendo cuáles son sus presas y su medio y dominando apreciablemente bien las técnicas de vuelo. Sin embargo, el arte de la caza es algo que tendrán que aprender por ellos mismos, nadie les enseñó, y nadie les enseñará. Solo la experiencia irá moldeando sus conocimientos innatos para transformarlos en hábiles cazadores y expertos conocedores del medio. El proceso es largo, y en él morirán antes de llegar a reproducirse, alrededor del 90 % de los nacidos.
En estos cinco años, en que los pollos cambiarán de plumaje tres veces, la primera para adquirir una librea igual a la que nacieron, la segunda, similar a la de un adulto, moteado y sin blanco, y por fin el colorido de sus padres. Durante este período, las jóvenes águilas habrán aprendido a conocer el medio a la perfección, y seán capaces de superar cualquier imprevisto que pueda presentarles la naturaleza. Su único enemigo será el hombre, o mejor dicho, la estupidez y la brutalidad que ocasionalmente puede anidar elgún humano capaz de destruir a uno de los seres vivos más hermosos que conviven con nosotros.
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